jueves, 27 de octubre de 2016

Mitos Y Leyendas.




El hecho de que la historia y la cultura Rapa Nui no haya podido desentrañarse de forma total, ha ocasionado que cobren mucha relevancia los mitos y leyendas de Isla de Pascua, transmitidos de forma oral por los nativos y recopilados por antiguos visitantes. Pero estos mitos, que pretenden explicar hechos acaecidos en el pasado, muchas veces están decorados o por la imaginación de quien los transmite o por la de quien los escucha, por lo que la reconstrucción histórica hecha en base a ellos deambula entre la realidad y la fantasía.

Hotu Matu'a y los siete exploradores.

Cuenta la leyenda que el Ariki (rey) Hotu Matu’a habitaba en un bello continente llamado Hiva. Un noche recibió en sueños el mensaje de que su tierra se hundiría por lo que debía buscar un lugar al que llevara a su pueblo. Por consejo de un sabio vidente, Hotu Matu’a envió a siete exploradores en dirección al sol naciente, a buscar una tierra propicia para vivir y sembrar ñame (base de su alimentación).Después de varios días de navegación, los siete exploradores llegaron a una isla pequeña y deshabitada pero que les pareció lo suficientemente fértil para vivir.
 Se dice que además del ñame, los exploradores llevaron consigo un moai y un collar de madreperlas, y que esto fue abandonado cuando volvieron a su tierra Hiva, dejando sólo a uno de los exploradores en la isla.
Tiempo después Hotu Matu’a llegó a la isla en dos grandes embarcaciones acompañado de su séquito formado por su mujer, su hermana y otras 100 personas. Desde entonces la isla tomó el nombre de Te pito o te henua, que significa “ombligo del mundo”.
Esta leyenda ha dado origen a que algunos investigadores concluyan que cuando Hotu Matu’a llegó a la Isla de Pascua, ésta ya estaba habitada y que encontró además del ñame, varios moais en pie. Algunos creen que los siete exploradores representan las siete generaciones o tribus que habitaron el lugar, de las que sólo una sobrevivió y se mezcló con la gente de Hotu Matu’a.
Estos siete exploradores estarían representados por los siete moais que se encuentran en el Ahu Akivi.


Orejas largas  y orejas cortas.


Un mito Rapa Nui cuenta que posterior a la llegada de los polinesios, arribó a la isla otra inmigración de origen desconocido ya que las características raciales de estos nuevos pobladores eran diferentes a las de los considerados nativos.  Los recién llegados eran más corpulentos y robustos y se les conocía como los rasgos Hanau E’epe o “raza ancha”, en contraste con los Hanau Momoko o “raza delgada.
Algunas versiones señalan que los Hanau E’epe tenían muy desarrollados los lóbulos de las orejas y por ello los relacionan con los incas, a diferencia de los Hanau Momoko que no presentaban esta característica, por su procedencia polinesia.
No obstante otros investigadores señalan que la diferencia entre los dos grupos se basaba fundamentalmente en la contextura física y que por esto, los Hanau E’epe constituían la clase trabajadora mientras que los Hanau Momoco, más delgados, eran la tribu o clase dominante. Para ellos el estiramiento del lóbulo auricular (tan característico de los moai) no era otra cosa que una práctica común en muchas culturas del mundo y lo que ocurrió fue que en algún momento de la historia, la palabra E’epe se mezcló con la palabra Rapanui ‘Epe, que significa lóbulo auricular, dando origen a la leyenda de los “orejas largas” y los “orejas cortas”.

Make-Make, el dios creador.

Según la leyenda, Make-Make, después de haber creado la tierra se sintió solo y pensó que algo le faltaba. Tomó entre sus manos una calabaza con agua y descubrió su reflejo en ella, en ese momento un pájaro se posó en su hombro y Make-Make vio con asombro su reflejo fundido con el del pájaro, por lo que decidió unirlos dando origen a su hijo primogénito.
Pero Make-Make no estaba satisfecho y quiso crear a un ser igual a él, que pudiera pensar y hablar. Primero lo intentó fecundando unas piedras pero fue inútil. Luego fecundó el agua y el mar se llenó de peces. Finalmente fecundó la tierra de arcilla roja y de ella creó al hombre. Pero el hombre estaba solo así que lo hizo dormir y de su costilla creó a la mujer.
Fue Make-Make, junto con el dios Haua, quién llevó a los pájaros (manutaras)  a los islotes (motus) frente al volcán Rano Kau, para que de esta forma se diera inicio al culto del Tangata Manu u “hombre pájaro”.

Moai Kava-Kava, el espíritu con costillas.


Cuenta la leyenda que cierto día, el ariki Tu’u Koihu, hijo mayor de Hotu Matu’a, estaba caminando a la media noche por Puna Pau cuando se encontró con dos espíritus, o aku aku, dormidos frente a él. Al verlos con atención se percató de que sus cuerpos eran esqueléticos, y decidió marcharse y dejarlos. Sin embargo al intentar escapar corriendo  los despertó,  así que los aku aku lo siguieron por temor a que dijera a alguien lo que había visto.
Tu’u Koihu negó haber visto algo pero los espíritus no le creyeron y se quedaron vigilándolo por dos días y dos noches. Al ver que no decía nada, se marcharon. Una vez libre de los espíritus, el ariki regresó a Tore Ta’hana, entró en una choza, y en un trozo de madera de toromiro talló a las dos figuras descarnadas de los aku aku que había visto y que guardaba en su memoria. Este fue el medio de comunicación que encontró el ariki para contar lo que había visto.
Este fue, según la tradición, el origen de los Moais Kava Kava (“estatuas con costillas”) que los isleños acostumbraban tallar y colgar en la puerta de sus casas, del lado de adentro, para espantar a los malos espíritus.

Mangai, el anzuelo rapanui.

Existe una antigua leyenda que atribuye a un hombre llamado Ure Avai, la primera fabricación del mangai ivi tangata, anzuelo hecho de hueso humano.
Ure Avai era un joven pescador que vivía en Hanga Piko. A pesar de descender de una antigua familia de pescadores, no estaba contento con los resultados de su pesca. El, como el resto de pescadores de la isla, utilizaba anzuelos hechos de piedra, mangai maea, pero no dadan el resultado esperado en la captura de atunes, ya que la mayoría de los peces se escapaban cuando trataba de subirlos al bote desde las aguas profundas.
Una tarde, tras regresar triste a su casa después de una jornada poco fructífera, decidió rezar a Mea Kahi, el dios de la pesca, para pedirle ayuda en su faena. Por la noche, mientras dormía, tuvo un sueño. Se le apareció el espíritu de un ancestro (tupuna) llamado Tirakoka y le indicó por qué no tenía éxito en la pesca. Entonces le ordenó ir a la cueva dónde estaban enterrados los restos de su padre, y coger un trozo de fémur para construir un anzuelo.
Al día siguiente, confundido aún con la visión, decidió encaminarse a la cueva dónde estaba enterrado su padre. Tomó un trozo de hueso del muslo, y comenzó a tallar un anzuelo según las indicaciones que le había dado el espirítu. Cuando lo tuvo listo, se embarcó en su canoa y se dirigió mar adentro, lejos de sus compañeros, para probar su nueva herramienta. Una vez lanzado el mangai, empezó a atrapar peces con suma facilidad, regresando a puerto con grandes cantidades de pescado.
El constante éxito en la pesca, despertó primero el asombro y luego la envidia del resto de pescadores, que no entendían como conseguía Ure Avai, tal cantidad de peces. Le preguntaron por su secreto, pero éste no quiso revelarlo, lo que originó una enemistad con sus compañeros de faena. Entonces un día, los otros pescadores, desesperados por conocer sus artes ocultas siguen a Ure hasta su caladero favorito y se enfrentan con él. Ure tratando de mantener su secreto pierde la vida en la pelea, con lo que consiguen buscar en su barco y encontrar su nuevo anzuelo de hueso.
Cuentan que desde entonces, los pescadores de Rapa Nui utilizaron el mangai ivi tangata para obtener una pesca abundante, no faltando ya más alimento que llevar a sus familias y que el espíritu maligno de Ure Avai sigue vagando por la isla.

jueves, 20 de octubre de 2016

Historia; Los Moais y creencias religiosas.

Como en toda la Polinesia, en la Isla de Pascua, el culto a los antepasados rigió gran parte de la vida espiritual de sus habitantes. Los Rapanui creían que el “mana” (energía espiritual) de las personas importantes continuaba existiendo después de su muerte, y tenía la capacidad para influir en los acontecimientos mucho tiempo después de su fallecimiento, creencia que se hizo tangible en la elaboración de los moais.

Esta es la conocida como etapa clásica, cuando la cultura Rapa Nui alcanzó su máximo esplendor erigiendo enormes altares ceremoniales o Ahu en los cuales se levantaron las enormes esculturas talladas en piedra volcánica, que son el símbolo más característico de la Isla de Pascua. El período de los moais se extendió aproximadamente entre el año 800 d.C. y 1860, cuando el conflicto entre los distintos linajes cambió la historia de la Isla.
Al momento de morir el jefe de una tribu o alguno de sus miembros más importantes, se mandaba esculpir una estatua en la cantera de Rano Raraku, misma que luego sería trasladada hasta la aldea correspondiente, para que proyecte sobre sus descendientes su “mana” o poder sobrenatural, a través de su mirada. Los moais siempre se colocaron mirando hacia su aldea y sus descendientes, no hacia el mar, ya que su objetivo no era protegerlos de amenazas externas sino extender sobre ellos un manto protector.
En la medida que los Rapanui adquirieron más habilidad esculpiendo y transportando los moais, éstos fueron haciéndose más grandes y más estilizados, a diferencia de los primeros que eran más pequeños y toscos; de este modo, el tamaño y la delicadeza de los detalles en la escultura sirven para establecer su antigüedad. De hecho, los moais más grandes que fueron esculpidos en este período, se encuentran todavía inconclusos en la cantera de Rano Raraku. Se calcula que las estatuas más grandes exigieron el trabajo de entre 10 y 20 hombres durante todo un año.
Se cree que entre los siglos XV y XVIII la Isla de Pascua sufrió una crisis de sobrepoblación que originó escasez de recursos y provocó conflictos entre las 12 tribus que la habitaban. La obsesión por construir moais cada vez más grandes fue una de las principales causas de deforestación y falta de alimentos. Estos problemas generaron el decaimiento en la creencia del poder de los moai y por tanto su elaboración no sólo fue abandonada sino que llegaron incluso a derribarlos de sus ahus.

Historia; Los primeros pobladores.

La teoría de población más aceptada y avalada, a su vez, por la tradición oral, cuenta que el rey Hotu Matu'a llegó a la Isla de Pascua proveniente de la mítica isla Hiva, posiblemente en las Islas Marquesas, en algún momento entre los siglos VI y VIII d.C. Se cree que cuando Hotu Matu’a y sus hombres (alrededor de unos 100) desembarcaron en la playa de Anakena, llevando consigo lo necesario para formar una nueva civilización, y encontraron una isla cubierta de palmeras y plantas comestibles, donde también abundaban las aves marinas y los peces.


La tradición cuenta que el Ariki (rey) Hotu Matu’a estableció cuál sería la organización social y religiosa de la nueva comunidad, dictando nomas para la construcción de viviendas y monumentos. Aquellos primeros años se habrían dedicado a explotar todo lo que les ofrecía la isla, cultivar especies que ellos mismos habían llevado y a incrementar la población de animales y de seres humanos.

Ubicación Geográfica.


Una de las preguntas más frecuentes es donde esta la Isla de Pascua. La isla se encuentra ubicada en el extremo oriental del llamado Triángulo de la Polinesia, en el Océano Pacífico Sur, en la Latitud 27° 9′ 10” Sur, y la Longitud 109° 27′ 17” Oeste. El punto más cercano de la costa de Chile continental está a 3.526 Km de distancia y se sitúa a 2075 Km al oeste de las Islas Pitcairn y a 4.351 Km de Papeete (Tahití) al sudoeste, por lo que la Isla de Pascua es una de las tierras insulares habitadas más aisladas del mundo.